Académico y activista angoleño con estudios en desarrollo y cooperación internacional. Sobre todo es africanista y desde allí le gusta hablar. Fundador del Observatorio Social de Angola, exdirector previamente de ADRA, una de las organizaciones sociales más grandes de su país. Es tan agudo como irreverente, con conocimiento profundo sobre el rol que deben jugar las ONG.
¿Cuáles son los retos actuales del sector de la cooperación?
Creo que la cooperación internacional tiene que dar tres saltos vitales:
En primer lugar, debe democratizarse, una democratización sustancial que implica ver a los socios locales como verdaderos socios y no como meros receptores de los fondos y apoyos recibidos del Norte sin posibilidad de influir en las agendas de la cooperación internacional.
En segundo lugar, la cooperación internacional debe adoptar una lógica de desarrollo que supere la lógica paternalista e imperialista con la que Occidente ha tratado siempre a los pueblos del Sur.
En tercer lugar, la cooperación internacional debe reconciliarse con su legado pasado, disfrazado de cooperación internacional. Muchos pueblos africanos han visto surgir personas mal preparadas, agendas inconfesables, proyectos que al final han servido a los intereses de los que venían a ayudar y no de los pueblos que eran ayudados
Todo esto ha quedado profundamente marcado en la forma en que muchos miramos los mecanismos de cooperación internacional. Esta forma de ver o este triste episodio se cambia con objetivos de declaraciones de intenciones. Hay que reconocer los errores y estar dispuestos a hacerlo de otra manera.
¿Cómo consideras que deben ser enfrentados?
En cuanto a cómo se puede afrontar este desafío, siento que la cooperación internacional debe reinventarse y esto pasa por cuestionar críticamente las razones por las que el otro mundo soñado por todos está más lejos que el mundo logrado.
