Descolonizar la cooperación, miradas desde los feminismos

"Una de los grandes pendientes de la Cooperación Internacional se encuentra en la descolonización de sus prácticas. ¿Es difícil entender que los Sures no requerimos “ser salvados” por el Norte?"


Por Damaris Ruiz (Nicaragüa)

Feminista nicaragüense y latinoamericanista. Toda una vida apoyando los derechos de las mujeres en su país primero, en América Latina después. Ha jugado roles globales en la elaboración del plan estratégico de organizaciones como Oxfam. Le gusta innovar con las estrategias para los cambios, da mucho peso a las narrativas, los cambios de imaginarios y cree que las ONG puedes hacer más por las agendas feministas. Es parte del comité editorial de Sherwood.


El concepto sobre el colonialismo hace referencia a formas de relacionamiento donde prevalece la dominación política, económica, social y cultural, caracterizado por un ejercicio de poder totalmente desigual. Con las prácticas colonialistas se impone un orden y para subvertirlo es necesario el análisis crítico y la acción colectiva desde la agencia de las sociedades que han estado históricamente sometidas. 

Necesitamos cuestionar la herencia colonial que sigue caracterizando a la Cooperación Internacional al Desarrollo (CID) desde sus análisis, decisiones y formas de trabajo. En general, su quehacer sigue condicionando las apuestas por el “desarrollo” y la igualdad-equidad de género desde imaginarios y normas sociales, donde, quienes vivimos en el sur, requerimos ser salvados por el norte. Esto termina acuñando una idea de superioridad que condiciona el qué debe priorizarse, dónde y cómo se debe trabajar, quiénes deben ser las y los sujetos, y con quién se deben empujar las agendas.

Las miradas sobre la descolonización de la CID se han venido posicionando desde hace algunos años, pero aún no tiene un lugar importante a lo interno y externo del sector. Es una cuestión de coherencia no seguirlo posponiendo. No hay duda de que este debate lleva implícito el abordaje y la puesta en práctica de modelos de poder asumidos por las instituciones de desarrollo y las ONGD en los países del Sur. Este es un modelo que desvirtúa las perspectivas feministas que han logrado influir en las agendas de desarrollo.  

Seguir dando este debate requiere una narrativa situada en lo que llaman el Sur, y que en adelante llamaré los Sures, para reconocer la diversidad que somos; una narrativa que interpele a la CID, que ayude a resignificarla en los roles que realmente corresponden. Trataré de recuperar planteamientos de feministas decoloniales como Ochy Curiel de República Dominicana, Silvia Rivera Cusicanqui de Bolivia, y Rita Segato de Argentina, sabiendo que para profundizar se requiere ir mucho más allá que escribir una corta reflexión.

CID, actores necesarios

Los organismos de cooperación internacional tienen una responsabilidad muy grande en la construcción de sociedades más justas y, en contextos donde los Estados han dejado de ser garantes de derechos, son aliados necesarios. Por esta razón, sus roles deben estar alineados al enfoque de derechos humanos, al que tanto se hace referencia en el sector. De ahí que interpelar las prácticas coloniales que aún conservan tenga como único propósito instarles a dar pasos serios en el uso transformador del poder que tienen.   

La crítica de Curiel sobre la dependencia ideológica y económica de la CID y su impacto en las reivindicaciones sociales, políticas, económicas, culturales, ambientales, nos permite adentrarnos en prácticas específicas que refieren a una CID no alineada al enfoque de derechos. Veamos algunas de estas prácticas: 

1. Tergiversación de conceptos y propuestas feministas

Es claro que existe una marcada apropiación de conceptos que han emergido desde los feminismos, tales como: empoderamiento, liderazgo transformador, autonomía en todas sus dimensiones, etc. La crítica viene dada porque la apuesta política se ve trastocada por una interpretación que difiere de la intención revolucionaria que las ha acuñado.  

Por ejemplo, el desempeño alrededor del empoderamiento de las mujeres, si revisamos cómo ha ido mutando desde su propuesta original, constaremos que la brecha es muy grande. Se usa como sinónimo para explicar cualquier actividad, se asume que la CID es quien empodera, se llega a las comunidades con elementos externos descontextualizados. La despolitización de este proceso logra materializarse a través de las prioridades que condicionan la posibilidad de acceder a fondos de convocatorias de agencias de mayor peso en la CID. 

Por otro lado, se tiende a dar por sentado que los conocimientos válidos son los producidos en los países del Norte, imponiendo conceptos y metodologías que no han sido pensados desde los Sures. Esta imposición conlleva a que determinados procesos se mantengan mientras dure el proyecto, disminuyendo en gran medida la necesaria sostenibilidad política, económica y social de las iniciativas.

2. La comunicación que victimiza

El contenido y las imágenes usadas en las campañas de comunicación que promueven en sus países de origen para la recaudación de fondos refuerza un imaginario esencialista e instrumental, o bien una imagen de total vulneración.Haciendo un correlato con lo que señala Segato, se puede decir que la construcción colonial sobre el valor residual del destino de los Sures es lo que necesitamos desmontar y reencaminar desde las imágenes y mensajes usados en la comunicación. 

3. La elegibilidad 

Muchos gobiernos están criminalizando a las organizaciones de sociedad civil y están utilizando los marcos jurídicos para frenar su quehacer. Es frustrante cuando desde algunas instituciones y organismos de cooperación utilizan esos marcos para definir la elegibilidad de las organizaciones, o bien instan a que adquieran las figuras jurídicas correspondientes para “formalizarse” y dejen de ser y actuar como movimientos sociales. 

Las convocatorias de grandes agencias ponen a competir a las organizaciones de sociedad civil nacionales con las ONGD, exigiendo contrapartidas que difícilmente se pueden disponer desde los Sures. Además, se exigen condiciones de rendiciones de cuentas que en muchos países donde se vive un cierre total de espacios no se pueden cumplir o implican exponer a mayores riesgos a las y los titulares de derechos. 

4. Feministas en la CID

Finalmente, sin que esto significa que lo anterior agota las prácticas coloniales, el encuentro y la complicidad entre feministas trabajando en el sector es crucial. Sus roles deberían tener un lugar importante en los espacios de toma de decisiones estratégicas. Sin embargo, en muchas ocasiones el desempeño termina teniendo una carga de estigmatización muy grande y poner el cuerpo como feministas implica un alto costo personal. 

Descolonicemos la CID

A casi 80 años, desde que apareció el concepto de descolonización, no hay excusas para que la CID se siga viendo, asumiendo y actuando desde “afuera”, materializando así una idea de desarrollo occidental. Los cambios estructurales no son posibles sin el liderazgo transformador de las organizaciones y movimientos sociales, tal y como queda evidenciado después de tantos años de cooperación al desarrollo. Por tanto, desde este espacio invitamos a que sigamos analizando y encontrando las mejores formas para desafiar muchas de las prácticas actuales. La CID es y seguirá siendo uno de los instrumentos más importantes para encaminar agendas que, desde una perspectiva de derechos e interseccionalidad, eliminen las condiciones y situaciones de empobrecimiento al que están sometidas la mayoría de las poblaciones de los Sures.

2 comentarios

  1. En total acuerdo con el texto me surgen dudas frente a la postura que debemos asumir y la qué asumimos. Ojalá este debate hiciera falta solo dentro de la CID, a los sures nos hace falta fuerza política y económica para reclamar la legitimidad de nuestros saberes y agendas locales, pero; ¿Qué alternativas tienen las mujeres organizadas y organizaciones de base para enfrentarse al monstruo de la legitimidad y competencia instaurada desde quienes terminan siendo los que validan e invalidan el trabajo realizado, la propuesta de cambio, las mismas agendas de los espacios locales? ¿Cómo hacemos para entre nosotras dejar de ser las entes reguladoras de quiénes si y quiénes no? ¿Cómo, cuándo y dónde podremos nosotras descolonizar nuestras prácticas políticas?
    Pienso que cuando avancemos nosotras en esto, podremos reclamar y obligar a la CID, a los donantes, a los politicos, al mundo entero nuestra validez y derecho a ejercer la defensa de nuestros derechos y de nuestros saberes.

  2. Gracias por el artículo y me encuentro desde hace muchos años en varios de los análisis expresados. Ej la cid es cooperación a las agendas de desarrollo y propuestas locales o son entes que financian y sacan sus beneficios para sosterse en si misma.
    La CID acompaña los procesos que permitan transformaciones y avances de los derechos de las mujeres y población desposeída desde las esferas de democracia, transparencia, gobernabilidad, estados de derecho?
    Por que para el avance en derechos sin lo anterior es una tarea titanica y de mucho fondo financiado con muchos requisitos, papeles y burocracia y poco avance.
    El feminisno sigue haciendo desde su diversidad muchos esfuerzos para seguir manteniendo vivas las acciones, propuestas, agendas, planes mientras tiene que bregar con la burocracia de la cid para poder una parte de lo propuesto.

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