Es una reconocida feminista y defensora de derechos humanos en Honduras y América Latina. Con formación en psicología, es actualmente parte de la dirección del Centro de Derechos de Mujeres (CDM). Superviviente de desaparición forzada en la década de los ochenta, Gilda trabaja también en la protección a defensoras de derechos humanos y forma parte de la Red Nacional de Defensoras de Honduras y la Iniciativa Mesoamericana de Defensoras.
¿Cuáles son los retos actuales del sector de la cooperación?
Son múltiples y diversos. Algunos de ellos:
1- No sé si es porque nosotras estamos un poco aisladas, pero desde mi percepción los debates sobre cooperación internacional ya no son muy frecuentes. Me acuerdo en los inicios de la década de los noventa, participábamos en distintos debates sobre la cooperación. Eso que se conoce como Norte-Sur (Norte, el desarrollado -¿dueño de la verdad?- y el Sur pobre, no empobrecido, sino pobre) eran debates buenos y se dieron en el marco de una red promovida por las holandesas que trabajaban en las ONG holandesas en un principio y luego se extendieron a otras ONG del norte global.
Entonces promover los debates, los análisis sobre los conceptos de cooperación, desarrollo y otros conceptos que posiblemente ya no tengan mucha validez en el momento actual.
2- Otro desafío está en que la cooperación debe mantener los principios de solidaridad, equidad y justicia, que se han ido desdibujando con el paso de los años. Ahora se vive con más fuerza una imposición de los intereses geopolíticos de algunas organizaciones de la cooperación o de sus gobiernos. ¿Los proyectos responden a las necesidades, urgencias, demandas, luchas de las comunidades receptoras?
Todo tiene que ver con la necesidad de descolonizar nuestros imaginarios, tanto de la cooperación internacional, donantes, como de las organizaciones, comunidades, pueblos receptores de esa cooperación. Este es un necesario camino a recorrer si es que queremos contribuir a la construcción de un mundo en el que podamos vivir mejor.
¿Cómo consideras que deben ser enfrentados?
Desde el ejercicio autocrítico y crítico, con debates francos, transparentes, con presión hacia los gobiernos de los países cooperantes. Se tiene que evidenciar y visibilizar los discursos y prácticas de doble moral de los países del Norte que juega con los intereses y necesidades de los pueblos empobrecidos. Ese mundo, supuestamente desarrollado, nos quiere imponer sus propios intereses económicos y la lógica de un desarrollo depredador, que está saqueando los recursos ambientales de las comunidades. Tiene que cambiar la lógica de la cooperación, construir nuevos conceptos, nuevos paradigmas de manera colectiva.
